La ubicación estratégica de los espacios logra adaptarse y resolver la acusada pendiente de la parcela. Y, gracias a esta sección quebrada, y a la disposición de un patio central, se potencia al máximo el carácter natural de la colina.
La vivienda, que descansa sobre una ladera, disfruta de vistas privilegiadas a los campos de naranjos valencianos.
La ubicación estratégica de los espacios logra adaptarse y resolver la acusada pendiente de la parcela. Y, gracias a esta sección quebrada, y a la disposición de un patio central, se potencia al máximo el carácter natural de la colina.
Un juego de tres volúmenes, interconectados entre sí, marca la distribución de las estancias, creando una distinción de las zonas de día y de noche por niveles, y reservando un volumen exento para almacenaje y aparcamiento. Además, el volumen superior se prolonga en dirección a las vistas de la colina y forma, en la planta base, un porche ideal para descansar en las tardes de verano.
El acceso desemboca directamente en una de las esquinas del patio, alrededor del cual se organiza la circulación de la planta. De esta forma se genera una concatenación de espacios que van escalonándose hasta llegar al jardín trasero, fundiéndose con la ladera.
Con la ayuda de una pantalla transparente, el salón-comedor conecta con una piscina desbordante, sobre un porche que, debido a la pendiente natural de la parcela, da la sensación de infinidad espacial.